A menudo escuchamos la frase “querer es poder”. Incluso hay quien dice que, si deseas algo muy fuerte, se volverá realidad. En un mundo tan complejo y desesperanzador en muchos momentos, nunca está de más tener este tipo de pensamientos positivos para intentar lograr grandes hazañas. Pero si lo analizamos objetivamente, la realidad suele demostrarnos que hacen falta más elementos para que los objetivos que nos marcamos se vuelvan realidad. Incluso, muchas veces creemos que lo hemos hecho todo bien y, aun así, no alcanzamos la meta.
Y así es la vida, una mezcla de logros y fracasos. Lo importante es que tanto de lo uno como de lo otro saquemos aprendizajes que nos ayuden a crecer. Aprovechando el fin de año, quiero tomar un momento para compartir las grandes lecciones que me ha dejado el 2025 en la Firma, ya que sé que darán paso a construir más y mejores cosas en 2026.
En mi experiencia, al momento de fijar objetivos suelo tener siempre presente el Triángulo de Acción, donde se unen los conceptos de querer, saber y poder.
El querer es la voluntad que nos impulsa a intentar lograr algo. Es la motivación interna para comenzar. El saber hace referencia a los conocimientos, las habilidades técnicas o los procedimientos para hacer que las cosas ocurran. Por último, el poder se refiere a nuestra capacidad real de acción. Cuando hablamos de negocios se tratará de los recursos, el tiempo para ejecutar, las herramientas con las que contamos o la libertad que tenemos para hacerlo. Para ser exitosos y tomar buenas decisiones, debemos cumplir con las tres premisas: querer, saber y poder.
Con esto en mente, estas son algunas reflexiones que me ha dejado este 2025.
1. Hay que tomar decisiones y asumir los resultados
Hay roles que exigen tomar decisiones y mientras uno crece dentro de la organización, las responsabilidades aumentan. Pero la realidad es que no todos están dispuestos o preparados para asumirlas. Un buen líder reconoce el trabajo cuando las cosas salen bien pero también es el primero en asumir las consecuencias cuando se falla.
Tomar decisiones no es algo que se haga a la ligera. Antes de lanzarse es importante hacerse preguntas como, ¿tengo el conocimiento, la autoridad y el poder para tomarla? ¿Qué implica? Las respuestas nos ayudarán a descifrar la mejor forma de decidir y a vivir con las consecuencias de lo que escojamos. Es importante tener claro que no tomar una decisión es una decisión en si, o bien cuando cedo a que alguien tome una decisión en mi lugar, la decisión es justamente entregarla a alguien más, peor aún así yo mantengo la responsabilidad.
2. Un experto conoce sus puntos débiles
Cuando reflexionamos antes de tomar una decisión, podemos concluir que no siempre tenemos todo el conocimiento para tomarla. Y esa autoconciencia nos permitirá buscar al verdadero experto que nos guíe. Y ¿quién es realmente un experto? De acuerdo con mi experiencia, y partiendo del conocido círculo de competencia, un verdadero experto será el que más allá de su capacidad y conocimientos sobre un tema, tenga la humildad y la capacidad de identificar sus puntos ciegos, es el que está claro de lo que no sabe.
Desde el punto de vista de los negocios, cuando tenemos claro el panorama y los expertos que nos pueden guiar, será más fácil fijar el objetivo deseado y los escenarios a evitar. Los expertos son nuestros aliados, es indispensable rodearnos de las mejores personas para tomar las decisiones correctas y que podamos cubrir nuestros propios puntos ciegos, dejando de lado el ego de creer que sabemos y rodearnos continuamente por gente más capaz que nosotros.
3. Todas las personas de la organización tienen sabiduría que compartir
Cada mente es un mundo y es importante conocer todas las voces de una organización para descubrir diferentes sensibilidades, puntos de vista e incluso experiencias de vida. Solemos relacionar la valía y el respeto profesional por la cantidad de formación o del puesto dentro de una empresa, pero la realidad es que todas las personas tienen ideas interesantes que compartir. Solo hay que darles espacio para hacerlo.
En mi experiencia, cuando se crean ambientes agradables, la gente se abre y habla. Y de esas conversaciones surgen relaciones de confianza que fortalecen a los equipos y generar gran valor. La realidad es que los proyectos llegan a mejor puerto cuando se escuchan a muchas voces, aun y sobre todo las contracorrientes, y se trabaja en equipo, escuchando con respeto.
Este año, llevamos a cabo reuniones trimestrales con todos los integrantes de la Firma. Fueron espacios para compartir el avance de metas, pero la verdadera riqueza fue escuchar al equipo, conocer sus percepciones e identificar qué hemos hecho bien, qué hemos hecho mal y qué aprendimos. Recomiendo este ejercicio a cualquier tomador de decisiones, les aseguro que les abrirá los ojos a realidades que no han visto.
4. Los procesos de pensamiento son importantes
El técnico de fútbol argentino Marcelo Bielsa dijo una vez: “No se preocupe si no se premia un proceso que obtuvo menos de lo que merecía. Eso no debería preocuparnos: la injusticia es muy común. Pero, cuando se premia como bueno algo que no es bueno, que es casual, eso sí es muy dañino para todos. Porque enseña, a todos los que observan, que un atajo te lleva a un objetivo. Y, normalmente, un atajo no te lleva al objetivo”.
A ello añadiría que vivir los procesos siempre vale la pena, y sobre todo los procesos de pensamiento. El mero hecho de hacerse preguntas para llegar a una solución, el obligarse a pensar y escuchar a los demás, ya es una ganancia. El objetivo es que eso culmine en un resultado satisfactorio, pero si eso no ocurre, al menos nos llevaremos un gran aprendizaje. Debemos entonces esforzarnos por preparar de antemano una serie de preguntas y no contestarlas a la ligera, sino intencionalmente reflexionar en ellas.
5. La confianza y el control se complementan
El control y la confianza pueden parecer opuestos, pero en mi experiencia he observado que son complementarios. La confianza permite delegar y que la gente pueda hacer, crear e innovar. Pero el control es necesario porque es un acto de responsabilidad. Con esto no me refiero a ser líderes que ejerzan la microgestión (o micromanaging), sino tener claro que a pesar de que delegamos, seguimos siendo los responsables finales del trabajo y de las decisiones tomadas.
El líder puede confiar en su equipo para que diseñen y ejecuten un proyecto o un caso, pero las personas cometemos errores y a veces las cosas no salen como esperamos. El control del líder representa ese freno que evitará que el equipo se estrelle, y al mismo tiempo un control de calidad. Su seguimiento y guianza evitarán los peores escenarios, y esto solo puede suceder si él o ella están presentes y prestan atención a su equipo.
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Estas son algunas de las enseñanzas que me deja el 2025. Espero poder capitalizar sobre estos conocimientos durante el próximo año y que cada día podamos construir una mejor Firma para nuestro equipo, para nuestros clientes y para Guatemala.
Desde Carrillo & Asociados les deseamos ¡felices fiestas y un próspero 2026!
Publicado el 8 de diciembre de 2025