
Lo normal al emprender un negocio es hacerlo con ilusión y con la idea de lograr grandes cosas. Lo mismo ocurre cuando dos personas que se quieren deciden iniciar una vida juntos. En ambas situaciones, cuando todo comienza, el fracaso no es una opción.
Pero la realidad no siempre es un cuento de hadas, y tanto en los negocios como en el amor, las cosas a veces no salen como las soñamos. Y cuando las condiciones o los acuerdos para esos momentos no están previamente establecidos, los problemas suelen multiplicarse.
No es casualidad que una pareja antes de darse el “sí quiero” acuerde cómo gestionar su patrimonio previo y el que se generará a lo largo de su relación. E igual de natural debería ser que unos socios, o una casa matriz y su proveedor, pacten antes de firmar un contrato cláusulas que se anticipen a un problema futuro.
¿Qué es una cláusula indemnizatoria?
En ocasiones ocurren situaciones en los negocios relacionadas con incumplimientos de contratos, retrasos en pagos, daños difíciles de cuantificar o conflictos que, de llevarse a la vía legal, pueden tardar años en resolverse. Y una buena manera de anticiparse y limitar esos riesgos es incluir cláusulas indemnizatorias en los contratos.
Esto es básicamente un acuerdo dentro del contrato en el que una parte se compromete a compensar a la otra por las pérdidas, daños o perjuicios que puedan surgir por situaciones previamente definidas. Pueden ser cuestiones como incumplimientos, falsedad en declaraciones o daños a terceros.
Como destaca el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para el Derecho Mercantil Internacional en el informe Cláusulas de indemnización fijadas convencionalmente y cláusulas penales, uno de los propósitos de fijar una suma convenida “es evitar las dificultades de una investigación de los daños”.
El informe explica que “debido a las dificultades con que a veces se tropieza tratando de probar el monto de la pérdida, el importe de la indemnización resultante del litigio puede ser incierto e insuficiente”. Por el contrario, si está fijado previamente, “el deudor tiene conocimiento anticipado de su responsabilidad máxima”. Además, se debe tomar en cuenta que en el caso de que un demandante tenga que probar su pérdida “en un tribunal extranjero puede tener que incurrir en considerables gastos, sin saber a ciencia cierta qué suma va a recuperar”, concluye.
En resumen, las cláusulas indemnizatorias son un mecanismo que otorga certeza a una operación. Así, en caso de incumplimiento, ya hay un monto o fórmula previamente pactada que evita depender totalmente de la decisión de un juez.
Esto último es fundamental tomarlo en cuenta en un país como Guatemala. Según el Índice de Estado de Derecho 2024 del World Justice Project[1], el sistema de justicia civil de Guatemala ocupa el puesto 135 de 142 países. Entre las áreas peor calificadas encontramos la falta de aplicación efectiva de la justicia civil y los retrasos injustificados que sufren dichos procesos.
Importancia de incluir estas cláusulas
Imagine que una empresa multinacional acuerda con una empresa local la distribución exclusiva de sus productos. Surgen sospechas, y tras una investigación, la casa matriz descubre que el distribuidor incumplió algunas cláusulas, lo que repercute en un impacto negativo en las finanzas y reputación de la compañía. Lastimosamente, ellos no contaban con una cláusula indemnizatoria en su contrato.
En ese momento, la única salida para reclamar esos daños y perjuicios es la vía legal, lo cual podría tomar más de 4 años, sumado a los honorarios legales. Pero la situación habría sido diferente si en el contrato hubiera incluido que, de darse ciertas situaciones, el distribuidor debería pagar una cantidad específica como indemnización. De darse este supuesto, la casa matriz habría tenido:
- Mayor certeza financiera: ya que tendría conocimiento previo de cuánto recibirá de pago en caso de un escenario adverso.
- Menor dependencia de factores externos: estas cláusulas reducen el riesgo de litigios que pueden ser largos y costosos.
- Mejor protección de su inversión: se habría asegurado de no cargar solo con las pérdidas en caso de problemas.
Por el contrario, el no contar con dichas cláusulas, le colocaría en una posición donde la compensación dependerá únicamente de lo que un juez determine, si es que se llega a ese punto en el proceso civil. Aquí es importante tomar en cuenta que esa decisión no siempre será objetiva y podría no satisfacer las demandas, ya que no siempre es sencillo probar con exactitud daños y perjuicios que no están previamente pactados.
Además, el proceso podría verse afectado por la mora judicial, la corrupción o los retrasos en el sistema de justicia guatemalteco. Incluso podría no cobrar nada porque el reclamo sea rechazado por formalismos procesales.
En definitiva, las cláusulas de indemnización constituyen un instrumento que cumple una doble función. Por un lado, preventiva, al disuadir el incumplimiento mediante la previsión de consecuencias económicas claras. Y por otro, reparadora, al garantizar una compensación cierta y suficiente sin necesidad de largos procesos judiciales. Su inclusión, siempre ajustada a la buena fe y proporcionalidad, aporta seguridad, eficiencia y equilibrio a la contratación moderna, especialmente en contextos de comercio internacional y litigios complejos.
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